¿Cómo decidí ser una consumidora más responsable?

¿Cómo decidí ser una consumidora más responsable?

Convertirme en una consumidora más responsable no sucedió de la noche a la mañana, sino fue una consecuencia de varias coincidencias y situaciones que han pasado en mi vida, en los últimos dos años. Por eso, les quiero compartir cómo fue que me convertí en una persona más consciente… Tal vez y mi historia les motive a empezar con pequeños cambios. 

Las coincidencias empezaron en mi trabajo, donde tuve la suerte de involucrarme en el desarrollo de campañas de marketing sobre sustentabilidad. Sin embargo, la que más marcó fue cuando pude trabajar de cerca con la historia de una recicladora de Quito; en ese momento me di cuenta que mientras que ella y sus compañeros se consideraban “doctores silenciosos del medio ambiente”, la mayoría de personas no valoran su trabajo, ni tienen la iniciativa de reciclar en su propia casa. Así que empecé por lo más sencillo, separar en orgánico e inorgánico mis desechos, pues ahora entendía que esto alivianaba en algo el trabajo de los recicladores, quienes más allá de hacerlo por una necesidad económica, cada vez están más conscientes de su aporte ambiental. 

Alrededor de la misma época empecé a crear un emprendimiento con mi mamá, relacionado con temas de diseño, y a eso se sumó la influencia de amistades cercanas y familia que estaban involucradas con la filosofía de emprendimiento social y comercio justo. Es así, que nos propusimos que el negocio tenga un modelo de comercio justo (sin intermediarios) con los artesanos y agricultores con los que trabajáramos, tratando de mantener un bajo impacto ambiental. Al interactuar directamente con estos productores y entender su realidad, comprendí la responsabilidad que tiene un consumidor cuando decide qué producto comprar, pues de eso depende el tipo de impacto que tendrá en la economía local. 

Ahora que tenía una mayor consciencia de mi entorno como emprendedora y consumidora, empecé a asistir a charlas de diversos emprendimientos de impacto, para inspirarme y entender el trabajo que hacen. Recuerdo salir maravillada de cada uno de esos encuentros, y lo que aprendí en ellos me convirtió en una persona más crítica. Los que me conocen saben que me encanta asistir a bazares y ferias, y aunque antes solo lo hacía por entretenimiento o para buscar productos diferentes, ahora no dudo en preguntar quién, cómo y dónde se hizo cada cosa que me gusta. 

Meses más tarde, fui aceptada para hacer mi maestría en la Ciudad de México y creo que esta experiencia fue mi punto de quiebre definitivo para ser un consumidor más responsable. Llegué a una ciudad maravillosa en muchos aspectos, pero con índices de contaminación muy altos y alertas ambientales frecuentes. Empecé a sentir ardor en los ojos e irritación en las vías respiratorias, y no podía creer que existieran días donde se recomendaba no hacer deporte al aire libre o que a los niños y ancianos debías mantenerlos en el interior para evitar complicaciones en su salud. En ese momento comprendí lo afortunada que era porque Quito no tiene todavía esos problemas, pero al mismo tiempo me escandalicé al darme cuenta que si no empezamos hacer consciencia y adoptamos un nuevo estilo de vida todos vamos a tener que enfrentar este tipo de situaciones en el futuro, sin importar en la ciudad en la que vivamos. 

Como ven, convertirse en un consumidor más responsable requiere de cambios de hábitos y de compromiso. Para esto debemos dejar de lado dos creencias que para mí son fundamentales: pensar que el aporte de una sola persona no es representativo y que ser un consumidor responsable es algo que está de moda solo para los que pueden pagar por productos orgánicos o biodegradables. Por eso quiero dejarles con una pequeña guía para que se sensibilicen y sepan por donde deben empezar:

1. Ver “The True Cost”, un documental que explora el impacto de la industria de la moda en el planeta y las personas. 
2. Infórmense de lo que compran, miren la etiqueta y busquen información sobre la cadena de producción de sus productos favoritos.
3. Privilegien comprando a los comercios locales pues de esa manera reducen el impacto ambiental por transporte y apoyan a su economía.
4. Escojan productos que tengan poco embalaje o que sean de material reciclado. Otra opción es optar por envases retornables o comprar al granel.
5. Separen los residuos de sus casas por lo menos en orgánicos e inorgánicos.
6. Si van a un lugar cercano no utilicen el automóvil, traten de ir a pie o en transporte público.
7. Reduzcan su consumo de carne de res, pues su producción tiene un alto impacto ambiental.
8. Si van al supermercado lleven sus propias bolsas reutilizables o sino pidan una caja para poder llevar sus víveres.


Estos pasos son solo el inicio, una vez que hayan apostado por hacer los primeros cambios en su estilo de vida verán como poco a poco van incorporando otros hábitos. No se frustren por no ser coherentes al 100%, pues en la realidad en la que vivimos es bastante difícil serlo; sin embargo, ser consumidores más responsables tiene un maravilloso efecto domino, basta con que ustedes lo adopten para que las personas que les rodean empiecen a cuestionar sus acciones.
¡La invitación está hecha, ahora está en ustedes empezar a generar un impacto positivo en su entorno! 

Daniela Álvarez

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